Hoy hablé de ti una vez más, después de tanto tiempo evitándolo y esperando no volver a hacerlo. Sin embargo siento que cada vez que comienzo la historia, se me figura diferente... es obvio, han pasado ya varios años y aunque mi memoria aún detalla los días, simplemente la importancia que le daba al relato pasó a segundo plano.
No te preocupes, no fuiste la persona mala del cuento; siempre trato de aclarar que lo que tú y yo vivíamos era producto de nuestras decisiones, por lo cual yo también asumo culpas... todos cometemos errores ¿no?
Debo confesar que de repente en medio de la narración desvío la mirada, vienen a mi mente esos pequeños trocitos de recuerdos que al armarse producirían un suspiro profundo, por eso hablo rápido y concreto; no hay razón para detenerse en trivialidades (las cuales, en su momento, eran lógicamente... mágicas).
Hoy hablé de ti, hable de mí, hablé de nosotros. Lo hice porque era lo que yo quería, nadie me obligó, lo hice porque si algo bueno dejaste en mi vida es esa historia... y de la historia se aprende mucho, no sólo yo sino también la gente que me rodea; directa o indirectamente dejas un rastro de aprendizaje.
Como siempre, es improbable que leas esto... una de tantas cartas pasivas, esperando a ser vista (aunque no importa si lo haces) que sólo sirve para corroborarte que las cosas entre tú y yo han cambiado, pero que a pesar de eso, sabes que la única palabra que te deseo es...GRACIAS.